Diciembre 13, 2023

Los políticos israelíes están haciendo promesas sobre la guerra de Gaza que los militares no pueden cumplir

Netanyahu visitando el cuartel general del Mando Norte el jueves. Cada vez se refiere menos a los rehenes.

El Estado Mayor está bastante satisfecho con la marcha de los combates -a pesar de las pérdidas-, pero no hay indicios de que Hamás esté cerca del colapso ■ Aunque dimitan los generales responsables de los fallos del 7 de octubre, no deben cargar con la culpa de Netanyahu y sus ministros.

POR: Amor Harel

Todas las mañanas se publican fotos de las últimas bajas del ejército israelí, principalmente reservistas, muertas en los combates en la Franja de Gaza. A medida que avanzan las maniobras terrestres, las bajas continúan a buen ritmo. La resistencia de Hamás sigue siendo feroz en algunas zonas. La organización terrorista es aparentemente incapaz de detener una gran ofensiva de las Fuerzas de Defensa de Israel, pero pequeñas células de combatientes de Hamás se cobran cada día un número de víctimas por el avance del ejército y la toma de nuevas zonas, tanto en el norte como en el sur.

A pesar de las pérdidas, el Estado Mayor está satisfecho con los logros de los combates, que siguen avanzando lenta y cautelosamente. Desde que se reanudaron las maniobras terrestres el 1 de diciembre, en cada jornada de combate mueren decenas de combatientes, se asaltan emplazamientos militares, se destruyen túneles y se incautan armas. El domingo, decenas de palestinos se rindieron, algunos de ellos combatientes de Hamás, esta vez en el barrio de Shujaiyeh, en el este de la ciudad de Gaza. Sin embargo, el entusiasmo con que se habla en los estudios de televisión de la derrota de Hamás es prematuro. El conjunto de incidentes registrados hasta ahora refleja principalmente las crecientes dificultades para el gobierno de Hamás en Gaza, pero aún no hay pruebas convincentes de su colapso inminente.

Mientras continúa el avance militar, con especial énfasis en Jan Yunis, los movimientos de Israel se centran, principalmente, en el combate a expensas del esfuerzo por liberar a los 137 rehenes restantes. En ese frente, el gobierno y las fuerzas de seguridad parecen avanzar con lentitud, a pesar de las protestas de las familias e incluso sabiendo que los rehenes mueren en cautiverio, en algunos casos asesinados deliberadamente por Hamás. Las negociaciones para otro acuerdo sobre los rehenes, con mediación qatarí, no han despegado hasta ahora. Oficialmente, Israel se mantiene en su postura de que aumentar la presión militar es la única forma de hacer que Hamás ceda y de conseguir la liberación de más rehenes.

Soldados de las FDI en Gaza.

Las batallas sobre el terreno están reforzando la valoración del Estado Mayor de que, a largo plazo, el objetivo de desmantelar las capacidades militares y organizativas de Hamás en Gaza es alcanzable. Depende del calendario: de la capacidad de las FDI para mantener un ataque de alta intensidad sobre el terreno antes de pasar a las incursiones, con la mayoría de la fuerza militar permaneciendo cerca de la frontera de Gaza.

Sin embargo, incluso si las FDI son capaces de ejecutar sus planes, seguirán corriendo el riesgo de no cumplir las expectativas de la opinión pública, ya que los dirigentes políticos han prometido eliminar a Hamás, devolver a todos los rehenes, reconstruir todas las comunidades fronterizas devastadas y eliminar la amenaza para la seguridad de las mismas. Se trata de objetivos ambiciosos, y ya está claro que algunos de ellos no se alcanzarán en la ventana de oportunidad inicial de sólo unas semanas, a la que Israel aparentemente va a acceder bajo la presión estadounidense.

Las enormes y rápidamente crecientes dificultades económicas de Israel, la carga sobre los reservistas y las expectativas estadounidenses podrían contribuir a acortar la duración de la operación intensiva dentro de Gaza. Si eso ocurre, el gobierno y el ejército se enfrentarán a un problema de doble filo. Una gran parte de la opinión pública cree que liberar a los rehenes debe ser la máxima prioridad de Israel y ve cualquier retraso en su devolución como un gran fracaso. Al mismo tiempo, muchos israelíes exigen la derrota completa de Hamás y considerarán que una reducción de fuerzas unida a la promesa de completar la misión en el futuro es una evasión por parte de los dirigentes de los objetivos que tan dramáticamente prometieron al comienzo de la campaña.

Investigaciones en curso

Tras la tragedia del 7 de octubre y las desastrosas decisiones que permitieron que ocurriera, en sus comparecencias públicas, altos mandos de las FDI aceptaron la responsabilidad personal por lo ocurrido (algo que el primer ministro Benjamin Netanyahu ha evitado hacer de forma demostrable hasta el día de hoy) y prometieron investigar a fondo todos los fallos cuando termine la guerra. Algunos insinuaron que piensan dimitir cuando acabe la contienda. ¿Será un cambio en el modo de operaciones en Gaza, probablemente en algún momento de enero, la señal de que ha llegado el momento de que comiencen las investigaciones?

La respuesta que se va perfilando poco a poco parece ser afirmativa. El Estado Mayor tiene la sensación de que, una vez que disminuya la intensidad de los combates, podrán comenzar las investigaciones. El Jefe del Estado Mayor, Herzl Halevi, ya ha aprobado varias investigaciones con objetivos muy concretos, encaminadas a extraer las lecciones pertinentes para mejorar la actuación del ejército mientras dure el combate. Éstas se refieren a ciertos aspectos de las operaciones de la fuerza aérea, de la Unidad de Inteligencia 8200 (que ya ha visto un revuelo por los correos electrónicos y advertencias de un suboficial identificado como V., que fueron rechazados en el período previo a la guerra), y aspectos relativos al manejo de los rehenes.

El Jefe del Estado Mayor de las FDI, Herzl Halevi, en una ceremonia de encendido de velas de Hannukah para la brigada Nahal, el sábado por la noche.

Más adelante, el ejército tiene previsto crear numerosos equipos de investigación internos, además de un equipo externo formado por oficiales retirados que examinará los hechos desde la perspectiva de todo el sistema. Entre las cuestiones que deberán examinarse urgentemente: la contribución de los militares a la estrategia de gestión del conflicto con los palestinos durante la última década; los acontecimientos del 6 de octubre, víspera del ataque de Hamás; el concepto de defensa a lo largo de la frontera de Gaza; la tardía respuesta al asalto de Hamás a los kibutzim y a la fiesta Nova; así como los incidentes clave de la propia guerra.

Es probable que varios oficiales de alto rango del Estado Mayor decidan dimitir. Por el momento, el jefe del Estado Mayor no parece tener intención de obligar a ninguno de ellos a jubilarse anticipadamente. Mientras tanto, también hay mucha tensión entre varias altas figuras. Netanyahu y el ministro de Defensa, Yoav Gallant, apenas hablan aparte de las discusiones operativas. Y el primer ministro y sus colaboradores han intentado constantemente, unos más abiertamente que otros, desviar la responsabilidad del desastre exclusivamente hacia los militares y los funcionarios de seguridad.

Es probable que esta tensión estalle aún más cuando cambie el modo de las operaciones en Gaza, sobre todo si existe una frustración pública palpable por no haberse alcanzado plenamente los objetivos de la guerra. El Estado Mayor deberá proceder con prudencia y cuidado. Aunque los generales asuman la responsabilidad de los terribles errores que contribuyeron a la catástrofe, no tienen por qué cargar con la culpa de Netanyahu y los políticos, cuya contribución al desastre también es grande. De hecho, las dimisiones demasiado precipitadas mientras el primer ministro siga en el poder le incitarán a intentar ejercer el control sobre el proceso de nombramientos para cubrir los puestos vacantes con oficiales más de su agrado (aunque Gallant pueda tener una agenda diferente).

Netanyahu, Gallant y Benny Gantz en una rueda de prensa el martes.

La hostilidad dentro del triángulo Netanyahu-Gallant-FDI no comenzó el 7 de octubre. Le precedieron nueve meses durante los cuales el primer ministro sumió a la nación en una confusión sin precedentes con su intento de aprobar la ley de reforma judicial, e incluso estaba dispuesto a socavar el prestigio del ejército ante las objeciones masivas de los reservistas. Esencialmente, Halevi se vio atrapado dos veces: fue sorprendido y atrapado en una guerra mientras dirigía un ejército moldeado por su predecesor Aviv Kochavi, a quien sucedió a mediados de enero; y como nuevo jefe de Estado Mayor, tuvo que dedicar gran parte de su tiempo a intentar detener el asalto desenfrenado de Netanyahu a las IDF.

Una cosa ya está clara: si Halevi no hubiera insistido en tolerar la protesta en lugar de sancionar severamente a los reservistas (en particular a los pilotos y navegantes) que amenazaron con dejar de ser voluntarios, las FDI  habrían empezado esta guerra desde una posición más vulnerable. Al optar por abordar con cautela la protesta evitando una escalada, moderó su efecto en el funcionamiento del ejército y en el ambiente dentro de sus filas.

Hasta el último reservista que protestó regresó inmediatamente a filas el 7 de octubre. Los soldados de infantería y tanques que sirven en Gaza hablan constantemente de lo mucho que hacen las tripulaciones aéreas para mantener a salvo a los combatientes sobre el terreno. Si el Estado Mayor se hubiera dejado llevar por los intentos del primer ministro de agravar la crisis dentro del ejército durante el verano, la posición de partida del ejército en octubre habría sido mucho peor.

 

Fuente: Haaretz
Traducido por: Comunidad Judía de Guayaquil



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