Septiembre 11 del 2023

Las protestas drusas exponen el talón de Aquiles del régimen de Assad

Por Jonathan Spyer

Las renovadas protestas en Siria muestran que el régimen e Irán son vulnerables a la presión económica


Soldado siria con una máscara antigas y Foto ilustración: H. H. Deffner / Departamento de Defensa de EE. UU. vía Wikimedia Commons Dominio Público

 Las masivas protestas contra el régimen del presidente Bashar Assad han entrado en su segunda semana en el sur de Siria. Las protestas se originaron y se centran en la provincia mayoritariamente drusa de Sweida. Sin embargo, otras partes del país también han sido testigos de protestas y huelgas.

Entre estas zonas se encuentra la provincia de Daraa, lindante con Sweida, y donde a principios de 2011 tuvieron lugar las manifestaciones originales que desencadenaron la guerra civil siria. También se han celebrado manifestaciones en Jarama, zonas de la provincia de Idlib, barrios del este de Alepo y en la costera provincia de Latakia, sede de una gran población alauita, y a menudo considerada el corazón y la cuna del gobierno de Assad.

En Sweida, las manifestaciones se centran en la plaza Karamah de la ciudad de Sweida, la capital de la provincia. Según la televisión siria pro-oposición, los manifestantes cerraron la sede del Partido Baaz en la ciudad, junto con otras instituciones estatales. El canal informó que se han establecido controles parciales de carreteras en varias zonas de la provincia, incluidas Majadel, Shahba, Mardak, al-Hawya y Arman.

¿Cómo han regresado las protestas a Siria?

Los manifestantes han coreado consignas bien conocidas asociadas con el primer período del levantamiento sirio, como “El pueblo exige la caída del régimen” y “El pueblo sirio está unido”. Otros lemas levantados en la plaza Karamah –según fuentes de la oposición– incluyen “Contra el dominio de Irán y sus aliados” y “Una solución política es más que un simple comité constitucional”. Este último lema hace referencia al moribundo proceso diplomático en torno al conflicto sirio.

El Observatorio Sirio de Derechos Humanos, también vinculado a la oposición, pero con un historial establecido de confiabilidad, informó el 25 de agosto que más de 4.000 personas de toda la provincia de Sweida participaron en las manifestaciones en los últimos días.

El presidente sirio Bashar al Assad pronuncia un discurso ante los miembros del parlamento de su país en Damasco el 14 de noviembre de 2017 Foto: SANA

El Observatorio señaló que en las manifestaciones participaron “clérigos y una gran proporción de mujeres”, e informó que los manifestantes exigieron “la implementación de la Resolución 2254 y el derrocamiento del régimen y su jefe, Bashar Assad”. Mientras tanto, Reuters informó que la mayoría de las instituciones públicas y el sistema de transporte público estaban en huelga a partir de esta semana, en la ciudad de 100.000 habitantes.

Es notable que, a pesar de las consignas revolucionarias reportadas, la evidencia fotográfica que ha surgido de las protestas indica que la bandera principal que enarbolan los manifestantes es la bandera drusa verde, roja, amarilla, azul y blanca, aunque la bandera de la independencia siria, que se convirtió en la enseña de los rebeldes sirios también se puede ver aquí y allá.

Más allá de la provincia de mayoría drusa, los barrios de Firdous, Salah al-Din y al-Sukkari en la ciudad de Alepo también han sido testigos de protestas, según el sitio web New Arab. Se utilizaron vehículos blindados para dispersar las protestas en Firdous, añadió el sitio web. El portal de internet New Arab destacó y describió una recién formada campaña pacífica de desobediencia civil llamada Movimiento 10 de Agosto.

Aún no está claro cuán sustancial es esta la última iniciativa, o si se trata de un fenómeno en gran medida en línea con el tipo bien conocido por los observadores de las iniciativas regionales de la oposición. Sin embargo, el lugar de origen de este movimiento es digno de mención.

Se estableció en la provincia de Latakia, en la costa occidental de Siria. Los propios Assad provienen del pueblo de Qardaha, en la provincia de Latakia. Es un lugar generalmente asociado con el apoyo incondicional al régimen más que con la agitación en su contra. Según un informe de Reuters del lunes, las medidas de seguridad en Latakia se han endurecido en medio de crecientes llamados a la huelga y las protestas. El servicio de noticias citó a Kenan Waqaf, un conocido periodista de la provincia.

Sweida, también, puede ser difícilmente asociada con la oposición.

El levantamiento contra Assad surgió de la población árabe sunita. Los drusos de Sweida, con los instintos de supervivencia bien desarrollados que caracterizan a su comunidad, llegaron pronto a la conclusión de que tenían poco que ganar identificándose con una insurgencia árabe sunita, en particular una que estaba cada vez más dominada por elementos islamistas y yihadistas. En consecuencia, hicieron una incómoda paz con el régimen, al tiempo que se aseguraron de que los jóvenes drusos pudieran realizar el servicio militar dentro de los límites de su propia provincia.

Entonces, ¿qué ha precipitado este abrupto regreso de las protestas a Siria? ¿Y cuáles son las implicaciones?

En cuanto a la causa, está claro que la actual crisis económica en Siria y las consiguientes dificultades impuestas a los sirios comunes y corrientes son los factores clave. La medida específica que provocó las manifestaciones fue una decisión del régimen de levantar los subsidios a la gasolina y levantar parcialmente los controles sobre el precio del combustible. Sin embargo, la eliminación de los subsidios es sólo una parte de una situación económica generalmente espantosa. El noventa por ciento de los sirios vive por debajo del umbral de pobreza. La pronunciada caída de la libra siria se refleja en los niveles de vida actuales. El suministro de electricidad es irregular y una reciente decisión del régimen de aumentar los salarios del sector público tuvo el desafortunado efecto secundario de precipitar un aumento masivo de la inflación.

La horrible situación económica en Siria también se debe a los efectos continuos de las sanciones occidentales. Estados Unidos y la Unión Europea se han mantenido firmes en que la asistencia para la reconstrucción y la normalización del régimen sólo puede tener lugar en el contexto de la implementación de la Resolución 2254 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, que exige un proceso de transición política y elecciones que se celebrarán bajo la supervisión de la ONU.

La tan cacareada normalización árabe con Assad tampoco ha logrado generar dividendos económicos para el régimen. La reciente asistencia de Assad a la cumbre de la Liga Árabe en Yeda ha traído consigo pocas promesas de inversión. Los estados árabes quieren que el régimen acepte la repatriación de refugiados y ponga fin al comercio de Captagon. Assad no está interesado en el regreso de un gran número de sirios suníes, y el tráfico de drogas es una fuente vital de ingresos para su familia y sus socios del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica (CGRI) y el Hezbollah libanés.

Hasta ahora, el régimen ha respondido con cautela a las renovadas protestas. Por el momento, las manifestaciones a gran escala se limitan a Sweida. Assad no querrá arriesgarse a una confrontación frontal con la población drusa, que hasta ahora se ha mantenido en gran medida leal. Sin embargo, como lo demostraron los acontecimientos de 2011-2012, el régimen sirio sólo conoce un lenguaje de poder: a saber, el empleo de la fuerza extrema.

Si las protestas y las huelgas se extienden, en cierto momento el régimen responderá sin duda con extrema violencia. Aún no está claro si los acontecimientos llegarán a esa etapa, pero el regreso de los disturbios internos en las partes de Siria controladas por el régimen es un acontecimiento muy significativo.

Desde el punto de vista de Israel, el regreso de las protestas es totalmente positivo. El régimen sirio es hoy un socio pleno de la alianza regional liderada por Irán. Las estructuras controladas por Irán, independientes de la supervisión del régimen, son activas y poderosas dentro de Siria en general y específicamente en el suroeste, cerca de Israel, donde tienen lugar las protestas.

Esta semana, las autoridades israelíes autorizaron para su publicación que explosivos de fabricación iraní fueron interceptados a principios de agosto en su camino desde Jordania hacia Cisjordania. Es casi seguro que estos explosivos entraron en Jordania desde el suroeste de Siria, a través de las muy transitadas rutas de contrabando por las que también circula el Captagon. Elementos del régimen de Assad están estrechamente involucrados en este proceso.

La economía, al parecer, es el talón de Aquiles de Irán y sus aliados. El eje regional liderado por Irán sigue siendo muy talentoso y quizás sin igual en el ámbito de la guerra por medio de apoderados (proxies). Pero como lo demuestran los recientes acontecimientos en el propio Irán en 2019 y 2022, en Irak en 2019, en el Líbano en 2019 y ahora en Siria, no puede crear condiciones dentro de sus áreas de control en las que la gente común y corriente pueda construir y mantener una vida decente y digna. Los acontecimientos actuales en Sweida son el último indicio de ello.

 

Fuente: Aurora Digital



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