Tomará años reparar el daño a las Fuerzas de Defensa de Israel, y debemos comenzar hoy

Con lo mucho que se ha dicho en los últimos días sobre la aptitud de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), me gustaría poner brevemente las cosas en orden.

Foto: Fuerzas de Defensa de Israel CC BY-SA 2.0 vía Flickr


Por el general (retirado) Tamir Ayman

En resumen: una espada de Damocles cuelga sobre la cabeza de las FDI como ejército popular, y debemos entender esto ya.

La espada se presenta en la forma de las propuestas de Ley de Reclutamiento y Ley Básica sobre los Estudios de la Torá, que si avanzan en la próxima sesión de la Knesset [Parlamento], acelerarán el principio del fin del ejército popular.

Esto sucede bajo el telón de fondo de la grave y sin precedentes crisis en las FDI, que ya se está materializando ante nuestros ojos, incluso sin estas dos leyes.

Y ahora una elaboración concisa: el daño a las FDI se divide en tres niveles.

A corto plazo, el daño es principalmente en la cohesión de las unidades del ejército.

Las FDI fueron lanzadas a la arena política.

La polarización en la sociedad israelí se ha convertido en una fuente de genuina amargura, ha penetrado en las FDI y ha creado una situación imposible y sin precedentes.

A medio plazo, el perjuicio será de forma física.

Con el tiempo, a medida que más personas no se presenten al servicio, se perderán capacidades.

Esto no se puede medir hoy.

Si hoy dicen que la aptitud física no se ha visto perjudicada, me lo creo.

Si las tendencias actuales continúan y en unos meses dicen que la preparación no se ha visto perjudicada, no me lo creeré.

A largo plazo, el daño más grave es la motivación para alistarse.

Este daño se refiere al valor crítico para la calidad y la identidad de las FDI: la motivación para ser voluntario y servir.

Uno solo puede imaginar cómo se deteriorará la situación aún más si también se aprueban proyectos de ley tales como la Ley de Conscripción y la Ley Básica para los estudios de Torá.

En resumidas cuentas: el daño a las FDI es en parte irreparable para los próximos años.

Si se entierra la reforma judicial, una parte del público culpará al «motín en el ejército».

Si la legislación avanza, lo que ahora estamos viviendo será entonces aún más extremo.

De una forma u otra, parece que ante nuestros ojos las FDI que conocíamos habrán cambiado para siempre.

La forma de detener la deriva es hacerlo ahora, no mañana.

Detener el discurso pueril y poco constructivo de «quién tiene la culpa», «quién tiene razón» y «quién empezó», y salvar al ejército del pueblo.

Aquí, la responsabilidad recae enteramente en el Gabinete, el Gobierno y el jefe de Gobierno.

La cura debe comenzar hoy.

 

Fuente: Aurora Digital



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