El diplomático Luis Santiago Luti, testigo argentino del Holocausto

Junto con Jan Karski y Szmul Zygielbojm, Luis Santiago Luti fue uno de los pocos testigos del Holocausto que dejó constancia escrita de los crímenes perpetrados por los nazis.

Eran unos tiempos turbulentos en que nadie se atrevía a denunciar esos hechos terribles.

El caso del diplomático Luis Santiago de Luti, que denunció y dejó constancia de los crímenes perpetrados por los nazis contra los judíos, es paradigmático, en el sentido que mientras el funcionario argentino cumplía con su deber denunciando las atrocidades que conocía de primera mano, las autoridades de su país simpatizaban con los nazis y más tarde abrirían la puerta a decenas de centenares de criminales que huían de Alemania. Pese a todo, la labor de Luis Santiago Luti brilla con luz propia en ese periodo de la historia turbio y siniestro, donde la vida apenas valía nada y casi todos callaban o miraban para otro lado ante las atrocidades perpetradas por los nazis.

Tenemos muy pocos datos de la vida personal y familiar de Luis Santiago Luti, debido a que su figura no ha sido reivindicada suficientemente en su país y hay pocos estudios y materiales sobre la misma. Sabemos que nació en la Argentina en 1897 y que falleció en este mismo país en 1977. Pese a estas lagunas biográficas, sí tenemos suficientes datos biográficos acerca de su desempeño como diplomático y más concretamente de su misión como consejero en la embajada de Argentina en Alemania, desempeñándose como encargado de negocios ad interim entre marzo de 1942 y enero de 1944.

Desde ese puesto, en que destacó por su independencia, profesionalidad e integridad moral frente a un régimen, el nazi, repugnante en su comportamiento con respecto a los judíos, los homosexuales, los disidentes políticos y un sinfín de categorías sociales, étnicas y políticas, Luis Santiago Luti mantuvo una actitud antinazi en sus informes que llevó a la desconfianza del mandatario de facto de la RepúblicaargentinaPedro Pablo Ramírez, y siendo acusado de pro-Aliado por sus detractores. En Argentina, teóricamente neutral en la contienda, abundaban las simpatías nazis en la administración y en otros sectores de la sociedad argentina, como el ejército.

Por ejemplo, en la diplomacia argentina hay que reseñar el nefasto papel del embajador argentino Eduardo Labougle y el cónsul argentino en Berlín, Jorge Amuchástegui, quienes, en 1933, expresaron su oposición a la intención de albergar en la Argentina a un grupo de judíos alemanes, con el argumento de que se trataban de “comunistas”. No sería la última oportunidad en que Amuchástegui impediría la huida de judíos hacia la Argentina con la misma excusa. En una nota posterior, el cónsul expresó que las instituciones judías de Alemania disfrazaban “bajo diferentes nombres de centros culturales sus verdaderas actividades políticas”.

El embajador Labougle, un descarado simpatizante de los nazis, no oculta su admiración por la “higiene” antijudía, tal como se filtró a través de las 22 páginas en su informe anual de 1933 en forma virulenta e incontenible. Hacía tiempo que Hitler había dejado de ser un extremista pintoresco de Baviera. Mientras Labougle blanqueaba a la oprobiosa dictadura nazi ante las autoridades argentinas, las peticiones de ayuda de judíos desesperados ante la embajada argentina aumentaban, pero el diplomático hacía oídos sordos.

Así relataba la escasa misericordia y la complicidad del diplomático argentino con el régimen nazi el diario Clarín: “En la puerta de la sede diplomática, los pedidos desesperados de los argentinos judíos que vivían en Alemania se habían vuelto cotidianos”. “De todas las medidas tomadas por el gobierno del Reich parecería que la única profesión que un judío podrá tener en Alemania será la de romper piedra en un campo de concentración”, reconocía Labougle en agosto de 1938. Hitler ya había anexado Austria y amenazaba con ocupar Checoslovaquia. Sin embargo, cuando dos judíos con nacionalidad argentina, Alfredo Mundstock y Max Lindemann, pidieron auxilio a la embajada argentina, una nota de la Cancillería respondió que la delegación diplomática debía “cuidarse de plantear cuestiones de principios (humanitarios)” en su defensa, ya que “podría resultar inoportuno” para las relaciones binacionales. Labougle aplaudió la respuesta. La idiosincrasia del embajador encontraba sustento en el pensamiento de sus autoridades.

Fuente citada y consultada:

https://www.clarin.com/ediciones-anteriores/argentina-frente-holocausto_0_ryRxKuGkUne.html

LUIS SANTIAGO LUTI ENTRA EN ESCENA

Las cosas cambiaron mucho en la embajada argentina con la llegada de Luis Santiago Luti, que no adoptaría el tono servil, complaciente y amigable frente a las autoridades nazis que hasta entonces había sido la tónica dominante de la diplomacia de su país. Luti, para disgusto de sus superiores y las autoridades alemanas, que creían contar con los argentinos como unos aliados fieles y poco exigentes a la hora de condenar sus crímenes, se encontraron con un visitante controvertido y poco dado a la sumisión.

El 25 de junio de 1943, escribió un informe al ministro de Relaciones Exteriores Segundo Stormi sobre las políticas racistas del Reich alemán en los territorios ocupados. Relató la forma en que los judíos deportados y los residentes polacos serían arruinados y aniquilados por los nazis. Mencionó el levantamiento del gueto de Varsovia y el campo de concentración de Treblinka. En el informe N° 275, dirigido a la Cancillería argentina, Luti informa que después de la violenta disolución del gueto de Varsovia, en el que las SS sufrieron bajas, los alemanes harían todo lo posible para liquidar los guetos de las pequeñas ciudades de las provincias. Los judíos serían deportados de estos guetos. En su carta, Luti nombró los guetos de las ciudades de Zaklików, Lublin, Zawichost, Biała Podlaska, Jędrzejów, Łuków, Sokołów y Rawa Ruska, citando a la Polska Agencja Telegraficzna en  Londres como la fuente. Se puede suponer que Luti tenía fuentes directas como parte del trabajo consular de la embajada argentina en Berlín.

Fuente citada y consultada:

https://es.wikipedia.org/wiki/Luis_Santiago_Luti#cite_ref-11

Pero también denunció ardientemente en otro informe la propaganda nazi y advirtió al mundo, mucho antes que nadie, del Holocausto: “Hasta hace poco, el peligro inminente para Europa y la civilización occidental lo constituía exclusivamente el comunismo ruso. Era el leitmotiv que inspiraba la prosa del ministro de Propaganda Joseph Goebbels. Ahora, para reanimar argumentos un tanto usados, el Dr. Goebbels exhuma la lucha que, desde hace años, lucha a muerte, mantiene el nacionalsocialismo contra una minoría desarmada e indefensa que ya ha sido casi totalmente eliminada del territorio del Reich mediante métodos que nada tienen que envidiar a los empleados por los enemigos del Este”.

Luti también fue testigo de la persecución de los judíos en los Países Bajos, concretamente en Amsterdam, y también informó acerca de ello a las autoridades argentinas. El diario La Nación, en una nota al respecto, recogía este testimonio:  “La resistencia holandesa se ha manifestado particularmente enérgica y valiente en lo que toca al ´problema judío´, inexistente hasta antes de la guerra”, afirmaba Luti en su despacho a la Cancillería en mayo de 1943. “Las gentes saludan ostensiblemente a los judíos en los lugares públicos, aún a los desconocidos; en los tranvías se les ceden los asientos, en los comercios son atendidos con toda cortesía y fuera de las horas que les están reservadas para sus compras y hasta se ha visto personas de inatacable origen ario, luciendo en el pecho la estrella amarilla impuesta a los judíos”, escribe luego de recorrer las calles de la Amsterdam ocupada por los nazis, “la misma en la que la joven Anna Frank y otros tantos miles intentaban sobrevivir, escondidos con en su caso en el altillo de una vieja casona cercana a los canales de esa ciudad”.

Fuente citada y consultada:

https://www.lanacion.com.ar/opinion/el-diplomatico-argentino-que-relato-el-horror-nazi-en-tiempo-realhistorias-rescatadas-nid2549956/

Antes de la ruptura de relaciones diplomática entre Argentina y la Alemania nazi, el 27 de septiembre de 1944, Luti abandonó Berlín para ocupar otras responsabilidades diplomáticas. Su carrera diplomática posterior fue extensa, e incluyó un breve período como encargado de negocios en los Estados Unidos durante los gobiernos de Edelmiro Farrel y Juan Perón, en Irlanda y Sudáfrica, ambas como embajador. En el medio, una paradoja: como director nacional de ceremonial, le tocó comunicarle que quedaba expulsado del país al embajador israelí en Argentina, Arieh Levavi, en mayo de 1960, luego de conocido el operativo de comandos del Mossad que secuestraron en territorio argentino al jerarca nazi Adolf Eichmann y lo llevaron a Israel.

Fuente citada y consultada: Ibídem

No tenemos muchas noticias de la vida de Luti después de estas misiones diplomáticas ni tampoco acerca de la causa de su fallecimiento, pero sí sabemos en el año 2000 fue reconocido por la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas (DAIA) por sus gestiones para “obtener excepciones en las condiciones de vida de judíos argentinos”. Al año siguiente fue homenajeado junto con otros diplomáticos por la Cancillería Argentina, con una placa en el Palacio San Martín, aunque la misma fue retirada en 2005 por cuestionamientos hacia algunos de los homenajeados.

 

Fuente: Aurora Digital



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