Abril 17, 2023

¿Huele Hamas la debilidad israelí? – opinión

Por lo tanto, no hay garantía de que el «tiempo de espera» de la legislación no se prolongue indefinidamente. ¿Aprovecharán esta oportunidad las organizaciones terroristas?

 Por Ruthie Blum

El vilipendio del primer ministro Benjamin Netanyahu, del ministro de Justicia Yariv Levin y otros altos funcionarios contribuye a la sensación por parte de Hamás, Hezbolá e Irán de que Israel no sobrevivirá mucho más allá de su próximo cumpleaños. (Foto: YONATAN SINDEL/FLASH 90)

En una entrevista de televisión de Israel de 2004 sobre su libro recién publicado sobre la Segunda Intifada, los coautores Avi Issacharoff y Amos Harel relataron el propósito del esfuerzo conjunto y lo que descubrió su investigación. Expresando asombro por sus hallazgos, el presentador del programa Meni Pe’er (quien murió una década después) señaló su investigación sobre atentados suicidas en particular.

“Sí”, dijo Issacharoff. “En La séptima guerra: cómo ganamos y por qué perdimos la guerra con los palestinos, tratamos de examinar el pensamiento de Hamas, no solo el de la corriente principal palestina”.

Para hacer esto, los dos corresponsales y comentaristas israelíes sobre asuntos árabes y de Medio Oriente hablaron con altos funcionarios de Hamas. Entre ellos estaba el jeque Hassan Yousef.

Yousef, cofundador y líder espiritual de la organización terrorista, pasó varios períodos en prisiones israelíes. Hoy, está a cargo de las operaciones del grupo en Cisjordania (Judea y Samaria).

Según Issacharoff, Yousef explicó que uno de los objetivos de Hamas en su búsqueda general de la destrucción final del estado judío había sido fomentar y mejorar la lucha interna israelí. La evidencia de un cisma sobre el cual la organización podría construir, dijo Yousef a los autores, radica en los llamados por parte de la izquierda israelí para una retirada completa de Judea, Samaria y la Franja de Gaza, y para que los soldados y reservistas de las FDI se nieguen a servir en esos territorios.

Militantes palestinos de Hamas participan en una manifestación durante el 35 aniversario de la fundación de Hamas, en Khan Younis, en el sur de la Franja de Gaza, el 14 de diciembre de 2022. (Foto: REUTERS/IBRAHEEM ABU MUSTAFA)

Fue esto último, sobre todo, dijo, lo que animó a Hamas a mantener sus ataques suicidas contra los israelíes.

Una revelación que ha eludido a todos los que intentaron boicotear el servicio de las FDI para protestar por las reformas judiciales

Esta revelación, que es tan pertinente ahora como lo fue entonces, debe haber eludido a todos los que defienden los actuales ultimátum de los “objetores de conciencia” para boicotear el servicio militar si el gobierno reforma el sistema judicial. Además, el argumento de que tales amenazas no emanan únicamente de la izquierda, sino que son expresadas por una muestra representativa de patriotas preocupados, es tan irrelevante como falsas son las afirmaciones de que Israel está a punto de convertirse en una dictadura teocrática.

Lo mismo ocurre con la afirmación de que el proceso de reforma judicial es responsable de que Israel parezca débil ante los ojos de sus enemigos. De hecho, es el movimiento de protesta que opera sin problemas – comandado por figuras anteriormente prominentes que promueven la demonización de los poderes fácticos en Jerusalén – el que ha estado señalando inestabilidad.

Y Hamas, al igual que sus patrocinadores en Irán, está prestando mucha atención a lo que percibe, o al menos espera, es la implosión inminente de Israel. El momento de sus lanzamiantos de cohetes el fin de semana pasado desde Gaza y el Líbano, después de que el primer ministro Benjamin Netanyahu despidiera inicialmente al ministro de Defensa Yoav Gallant, no fue accidental. Los maestros del terror observaron con júbilo cómo la “resistencia” israelí reaccionó a esta acción cerrando la economía.

Sin duda, estaban aún más complacidos de ver a Netanyahu resolver el problema al detener la legislación de reforma judicial para permitir el diálogo y el compromiso con la oposición. No es que a Hamas le importe un bledo el equilibrio de poder entre las tres ramas del gobierno en una democracia.

Tampoco distingue entre un ministro de defensa o partido político judío y otro. Sin embargo, definitivamente capta los beneficios de una “entidad sionista” profundamente dividida, razón por la cual las manifestaciones lo impulsaron a probar la determinación israelí y la fuerza de las FDI frente a las salvas desde diferentes direcciones.

Issacharoff – quien creó la exitosa serie de Netflix, Fauda, junto con su estrella, Lior Raz – podría estar de acuerdo con esta evaluación si su antipatía por la coalición gobernante de Netanyahu no fuera tan grande. Lo mismo se aplica a Harel, con quien también escribió el libro de 2008, 34 días: Israel, Hezbolá y la guerra en el Líbano.

Ningún analista parece considerar la forma en que la difamación de Netanyahu, el Ministro de Seguridad Nacional Itamar Ben-Gvir, el Ministro de Finanzas Bezalel Smotrich, el Ministro de Justicia Yariv Levin y el parlamentario Simcha Rothman del Comité de Constitución, Ley y Justicia del parlamento contribuye a la sensación por parte de Hamas, Hezbolá y la República Islámica de que Israel no pasará mucho más allá de su próximo 75 cumpleaños.

Una publicación del 2 de abril de Issacharoff en las redes sociales es un ejemplo perfecto. Tras la autorización del gobierno ese día de una guardia nacional – propuesta por Ben-Gvir para combatir el crimen desenfrenado, las armas ilegales y las redes de protección en el sector árabe de Israel – tuiteó que toda la situación le recordaba al ex presidente sirio Hafez Assad y su hijo sucesor, Bashar.

“Cada vez que comenzaba una protesta real contra el régimen, llamaban (y todavía lo hacen) a izar la bandera de los shabiha [mercenarios patrocinados por el estado leales a la familia Assad], bandas de matones empleadas para aterrorizar y usar la violencia contra los opositores del régimen”, compartió con sus seguidores. “Nuestra shabiha tiene un nombre: La Familia. Solían ser un pequeño grupo [marginal]. Ahora el ministro de seguridad nacional está estableciendo una milicia para ellos”.

No escandaloso, sino inmoral

La analogía no es simplemente escandalosa; es inmoral. En primer lugar, Israel no es Siria, y Netanyahu nunca fue ni será un malvado autoritario que comete atrocidades contra cualquiera que lo desafía. Al contrario, sus detractores lo persiguen públicamente con venganza – e impunidad.

En segundo lugar, La Familia, un club de fanáticos del equipo de fútbol Beitar Jerusalem conocido por sus cánticos antiárabes durante los partidos, no se despliega para golpear a los manifestantes. Finalmente, la guardia nacional no será una “milicia” para Ben-Gvir; actuará como una policía auxiliar del tipo que el gobierno anterior, encabezado por Yair Lapid, se disponía a instituir.

Es imperdonable que personas como Issacharoff – reconocida por su fluidez en árabe y en el lenguaje cultural, político y social de Medio Oriente – sean mendazmente frívolas de esta manera. Como él mismo ha enfatizado, los que desean el mal para Israel están tomando nota.

Esto no le impidió ridiculizar al “gobierno totalmente de derecha” por su “decisión de conformarse con una respuesta muy limitada” a la escalada de agresión palestina en todos los frentes.

“La actividad de Hamas en el Líbano, Gaza y Cisjordania, y la suposición de que Hezbolá se hizo de la vista gorda ante el fuego, ilustra la erosión de la disuasión israelí”, escribió el 7 de abril en Yediot Aharonot. “Los jefes del régimen iraní y Hezbolá están observando desde el borde y entienden que esta política vacilante de Benjamin Netanyahu y sus ministros se debe a la debilidad. O, como Yair Netanyahu escribió en el pasado sobre el gobierno [de Naftali] Bennett-Lapid, ‘Huelen sangre’”.

La referencia sarcástica de Issacharoff al hijo del primer ministro fue su forma de afirmar que «hoy huelen a vacilación». Así, concluyó, “no es como se construye la disuasión; es la forma en que se pavimenta el camino hacia la próxima guerra”.

Irónicamente, esta misma opinión es sostenida por muchos en la derecha, cuya consternación ante la leve reacción al casus belli de Hamas se acompaña de aprensión sobre el destino de la reforma judicial. La intimidación por parte de la “resistencia” ya hizo que Netanyahu retrocediera en el despido de Gallant. Por lo tanto, no hay garantía de que el «tiempo de espera» de la legislación no se prolongue indefinidamente.

Si Issacharoff y los de su calaña no se dan cuenta de que los mulá en Teherán y sus representantes dentro y a lo largo de las fronteras de Israel consideran lo anterior como una señal de vulnerabilidad, deben tomar un curso de actualización en la mentalidad de Medio Oriente. Tal vez sea necesaria una nueva ronda de conversaciones con los mandamases de Hamas, que estarán felices de informarles.

 

Traducción: Comunidad Judía de Guayaquil
Fuente: The Jerusalem Post



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