Marzo 3 del 2023

Netanyahu está atrapado en la reforma judicial

Opinión. La sociedad reclama seguridad, la derecha moderada no quiere problemas, los extremistas presionan, las protestas crecen. El dilema del primer ministro: ¿Cómo hacer para dar marcha atrás sin rendirse ante la oposición?

Como un tanque de Vladimir Putin en Ucrania, el gobierno liderado por Benjamín Netanyahu sigue andando por el barro hacia la nada. En la noche del 1 de noviembre, cuando se conocieron las primeras tendencias de las elecciones, el primer ministro jamás imaginó que así serían los primeros meses de la coalición más homogénea que formó en su carrera política.

Las negociaciones de coalición, que se suponía que iban a ser rápidas, terminaron siendo turbulentas y presagiaron lo que estaba por venir: el sexto gobierno de Netanyahu, el que iba a volver a poner al país de pie después de cuatro años de interminables campañas electorales, está temblando y tropieza sistemáticamente.

Incluso los más entusiastas defensores de la reforma judicial, el principal estandarte de la derecha durante el último mes, no imaginaban este deterioro de la situación. Con las protestas de fondo, las encuestas indican que el Likud de Netanyahu continúa perdiendo apoyo, y sobrevuela la pregunta de si más allá del núcleo duro de votantes hay un público significativo que apoye estos dramáticos cambios legislativos.

Netanyahu, atrapado por la reforma judicial que impulsa su propio gobierno. (Reuters)

En el Likud entienden que hay un gran sector de sus votantes que no cree que el beneficio de la reforma judicial supere a los daños, y no comparte la insistencia por ubicar a este tema en la máxima prioridad de la agenda cuando el terrorismo se llevó la vida de 14 judíos en un mes y la economía envía señales de alerta.

Nada de esto hace que Yariv Levin y Simcha Rottman, ministro de Justicia y presidente del Comité de Constitución, insinúen que van a frenar. Por el contrario, están decididos a seguir adelante. Actúan en función de una caja de resonancia de personas de derecha que celebran la reforma a pesar de que muchos dentro del Likud, tal vez también el propio Netanyahu, quisieran bajar el ritmo o detenerla, pero no pueden decirlo públicamente.

Con las protestas de fondo, las encuestas indican que el Likud continúa perdiendo apoyo, y sobrevuela la pregunta de si más allá del núcleo duro de votantes hay un público significativo que apoye estos dramáticos cambios legislativos.

Esta semana uno de los defensores más conocidos de Netanyahu en redes sociales publicó un video en el que dejaba claro que la reforma judicial le interesaba muy poco. Hay bastantes como él, que vieron impotentes cómo estos días dos atentados asesinaron a tres personas y cómo el costo de vida sigue afectando a los bolsillos. Ante esta realidad que los golpea les cuesta entender la obsesión por la reforma judicial, que se lleva la atención pública y la exclusiva asignación de recursos humanos.

Netanyahu está atrapado. Entiende que cada día la situación empeora. Y no es que después de esta tormenta le espere una coalición de gobierno estable: Itamar Ben Gvir, el ministro de Seguridad Nacional, opera de manera independiente y junto a sus amigos sigue presionando a Netanyahu por derecha como si estuviera en la oposición. El partido ortodoxo Yahadut HaTorá declaró públicamente una crisis por el incumplimiento de acuerdos de coalición. Y casi todos los días Netanyahu es boicoteado por declaraciones extremistas de sus aliados: mientras uno elogia un pogromo a una ciudad palestina, otro dice que está de acuerdo con “borrar” a esa ciudad.

Mientras los debates sobre la reforma judicial siguen su curso en la Knesset, las protestas se expanden de manera exponencial. Altos funcionarios del Likud estiman que si solo dependiera de Netanyahu el tratamiento legislativo se detendría. ¿Pero cómo lo pueden hacer sin que eso se interprete como una renuncia total ante la izquierda?

El dilema de Netanayhu: frenar la reforma judicial sin conceder un triunfo político a la oposición. (Shilo Shalom)

 En la noche del jueves el canal 13 informó que Netanyahu el miércoles estaba decidido a anunciar el congelamiento del tratamiento legislativo de la reforma judicial durante una semana para establecer una mesa de negociaciones. Según el reporte, el ministro Levin amenazó con renunciar y ante esto finalmente Netanyahu se rindió. Esta versión se corresponde con la impresión general del liderazgo del Likud que no entienden cómo éste debate se volvió tan complejo en todos los frentes.

Por el momento la oposición no le concede a Netanyahu ninguna escalera para bajarse del árbol de la reforma. Hay quienes dentro del Likud auguran que no se sorprenderán si la reforma se detiene en caso de que la protesta crezca. Pero incluso en el caso de que sea aprobada en su totalidad, es más que probable que la Corte Suprema la rechace, lo que conducirá a una crisis institucional.

Casi que se pueden escuchar los ruegos silenciosos de parlamentarios del Likud que quieren acabar con esta pesadilla. Aunque sea la Corte Suprema, tan calumniada por ellos, la que los saque del barro.

Canal 13 informó que Yariv Levin, ministro de Justicia, amenazó con renunciar en caso de que Netanyahu detenga la reforma judicial. (Kobe Gidon)

 

Fuente: Ynet Español



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