Diciembre 29 de 2022

El problema del antisemitismo del Estados Unidos afroamericano: ¿Cuál es la raíz?

Un artículo académico explora el carácter y las fuentes del antisemitismo negro.

Por: Charles Fain Lehman, Washington Free Beacon

El grupo Black Lives Matter se une a la protesta palestina contra Israel en la aldea de Bilin, julio de 2016.

Desde Kanye West respaldando a Hitler hasta Kyrie Irving invitando a sus seguidores a ver un documental sobre cómo los negros son los verdaderos judíos, el antisemitismo de algunas figuras negras prominentes ha sido parte de las noticias. Un estudio reciente explora el fenómeno del antisemitismo negro en términos más amplios, descartando explicaciones populares — y excusas — para su frecuencia.

El antisemitismo negro no es nada nuevo. Ha aparecido en las obras de los intelectuales negros, por lo menos desde el nacionalista negro de principios del siglo XX Marcus Garvey, como Elliot Kaufman observó en Commentary, definiendo políticas en la ciudad de Nueva York — la metrópoli estadounidense donde los negros y los judíos se codean con mayor frecuencia — durante generaciones.

¿Pero de dónde viene? Un nuevo artículo elaborado por los sociólogos Eitan Hersh de la Universidad de Tufts y Laura Royden de Harvard, explora esta pregunta. El par revela — utilizando una encuesta de miles de estadounidenses — algunas estadísticas impactantes, incluido el hecho de que los adultos jóvenes negros e hispanos reportan puntos de vista antisemitas en porcentajes similares a los adultos jóvenes blancos que se identifican a sí mismos como «de derecha alternativa».

El artículo demuele las explicaciones populares del antisemitismo negro, como la afirmación de que el antisemitismo es simplemente «prejuicios contra los blancos» o una expresión de solidaridad con los palestinos. Pero a pesar de sus intentos de hacerlo, no señala la fuente exacta de este prejuicio, por lo que sus hallazgos sugieren simplemente que puntos de vista como los de Irving y West, son más comunes de lo que nos gustaría creer, y que no se irán pronto.

Sin embargo, su hallazgo es importante, particularmente porque los incidentes antisemitas alcanzan un récord máximo en medio de un aumento dentro de las principales ciudades. Aclaran que estos ataques no son, como algunos aún sostienen, exclusivamente el trabajo de supremacistas blancos, como el tirador que atacó la Sinagoga del Árbol de la Vida en Pittsburgh en 2018. Más bien, ataques como el apuñalamiento y las agresiones con automóviles que dejaron a tres hombres heridos en Lakewood, N.J., en abril, ejemplifican la persistencia de este antisemitismo negro.

Para medir el antisemitismo, Hersh y Royden hicieron tres preguntas a los encuestados: ¿Son los judíos más leales a Israel que a Estados Unidos? ¿Es apropiado boicotear a las empresas judías para oponerse a las políticas de Israe? y ¿tienen los judíos en los Estados Unidos demasiado poder?

La mayoría de los encuestados respondieron que no a estas preguntas, pero los encuestados negros fueron mucho más más propensos que los blancos a contestar que sí a por lo menos una — 13 puntos porcentuales más, luego de tener en cuenta las diferencias de edad, sexo y educación. Los encuestados hispanos también fueron ligeramente más propensos a estar de acuerdo, aunque la diferencia no era estadísticamente distinguible de cero.

El efecto fue más pronunciado entre los jóvenes negros e hispanos. Ambos grupos eran 16 puntos porcentuales más propensos a estar de acuerdo que los blancos en su grupo de edad. El antisemitismo era particularmente común entre los jóvenes negros e hispanos que se llamaban a sí mismos «conservadores.»

Pero ese era un grupo pequeño, y el antisemitismo era más común incluso entre los negros liberales en comparación con los blancos liberales. Los adultos jóvenes negros e hispanos, de hecho, tenían la misma probabilidad estar de acuerdo con al menos una de las afirmaciones, de la misma manera que los identificados como blancos «de derecha alternativa” en el mismo grupo de edad.

Los hispanos a menudo se agrupan con los blancos en los datos de crímenes de odio, por lo cual es difícil rastrear con precisión las implicaciones de estos prejuicios entre los hispanos; éste es un tema poco discutido y un aspecto oculto de esta historia.

La encuesta de Hersh y Royden les permitió también examinar varias teorías sobre las causas de antisemitismo. Una fue la de la «competencia de grupos minoritarios»: la idea de que luchar por los escasos recursos, como por ejemplo la vivienda, provoca antisemitismo. Otra fue la idea de que el antisemitismo es una manifestación de anti-blancura: como expresó James Baldwin, «los negros son antisemitas porque son anti-blancos”.

Una tercera posibilidad opuesta, era la idea de que a la gente no le gustaban los judíos porque no les gustaba Israel y porque apoyaban a los palestinos.

Y la cuarta es que las diferencias demográficas o de comportamiento, por ejemplo, que los grupos minoritarios poseen menos educación o tienen más probabilidades de ir a la iglesia—podrían explicar la variación.

Ninguna de estas explicaciones resiste el escrutinio.

Descartando teorías populares

Tomemos las diferencias de grupo. Hersh y Royden controlaron estadísticamente la asistencia tanto a la iglesia como a la universidad. Si bien a cada uno importaba si alguien tenía o no creencias antisemitas, de manera constante, los negros siguen siendo mucho más propensos que los blancos a tener puntos de vista antisemitas. Los autores también compararon a los encuestados de acuerdo con sus estados de convivencia con o sin mucha comunidad judía (factible porque la mayoría de los judíos viven en unos pocos estados). Una vez más, la raza todavía predice puntos de vista antisemitas, lo que significa que la proximidad a los judíos — “competencia de grupos minoritarios” — no explica la diferencia.

De manera similar, Hersh y Royden argumentan que el antisemitismo negro es más que un sesgo anti-blanco. Eso es porque miden puntos de vista, como si los judíos son más leales a Israel que a Estados Unidos, que sólo se aplican a los judíos, y no a los blancos. También descartan la idea de que el antisemitismo es sólo en función de los puntos de vista pro-palestinos: Sorprendentemente, los negros y los hispanos fueron más favorables hacia Israel que los blancos a lo largo de tres mediciones separadas.

Para complementar esto, Hersh y Royden preguntaron a los encuestados quiénes creían que los judíos tenían demasiado poder y en qué dominios tenían tal poder. Muy pocos encuestados— sólo el 7 por ciento de negros/hispanos y el 9 por ciento de los blancos—seleccionaron sólo Israel y Palestina. En cambio, los encuestados dijeron que los judíos tenían demasiado poder en áreas como los medios de comunicación, las finanzas y el entretenimiento. Esto sugiere que el sesgo antisemita no está impulsado por puntos de vista antiisraelíes.

Habiendo descartado estas explicaciones populares, a Hersh y Royden sólo les queda especular sobre las causas del antisemitismo negro. Señalan la creciente prominencia del victimismo en la cultura estadounidense, argumentando que puede hacer que las personas sean más propensas a adoptar teorías de conspiración o a provocar cierta competencia por el estatus de “víctima”. También es posible, por supuesto, que los puntos de vista antisemitas sean sólo un producto de los prejuicios, sin necesidad de más explicaciones.

Lo que es evidente, es que los puntos de vista propuestos por individuos como West e Irving no son inusuales, particularmente entre los estadounidenses negros. A diferencia de otras formas de prejuicio, según observan Hersh y Royden, el antisemitismo no se está desvaneciendo entre los estadounidenses más jóvenes: al menos entre las minorías, el odio más antiguo no va a desaparecer pronto.

 

Fuente: United with Israel
Traducción: Comunidad Judía de Guayaquil



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