Noviembre 1 de 2022

Si Netanyahu no puede regresar, estas podrían ser sus últimas elecciones – Análisis

Por: Herb Keinon

El jefe del partido Likud, parlamentario Benjamin Netanyahu, en un evento electoral del partido Likud en Qiryat Shemona, 24 de octubre del 2022.

Incluso si Benjamin Netanyahu puede ganar las elecciones y formar una coalición, bien puede recibir el trato de la oposición que repartió.

Las elecciones del martes no serán el primer rodeo del jefe del Likud, Benjamin Netanyahu. Ni por asomo.

De hecho, esta será 11era vez que aparece en las boletas como jefe de la lista del Likud, desde 1996.

Después de cinco de esas elecciones, pudo formar una coalición -y después de las otras cinco, no pudo. En otras palabras, está bateando .500. Estas elecciones serán las del desempate, al menos respecto a su propia columna personal de victorias y derrotas.

Pero si Netanyahu no tiene éxito esta vez, éste podría ser su último rodeo.

Si el bloque pro-Netanyahu no puede reunir 61 escaños después de esta elección, muchos observadores políticos están prediciendo que la facción del Likud -que ha sido increíblemente leal y paciente con él desde la primera elección en este ciclo actual que se remonta a abril del 2019 -le mostrará la puerta al líder de tanto tiempo del partido, dándose cuenta, que, con él al timón del partido, simplemente no podrán regresar al poder.

El líder de la oposición israelí, Benjamin Netanyahu, es visto hablando en el puesto avanzado de Givat Harel en Judea y Samaria sólo días antes de las elecciones, el 26 de octubre del 2022.

Esto ha sido dicho antes. Después de que Netanyahu no logró formar una coalición a continuación de las elecciones del 2021, los titulares en Israel y el mundo anunciaron el fin de la era Netanyahu, ¨la caída del rey Bibi¨. Esos titulares eran prematuros.

Aunque el fracaso de Netanyahu desde el 2019 para formar una coalición estable después de cuatro intentos ha empañado gravemente su imagen como un mago político y el Houdini de la política israelí, está una vez más -esta vez a los 73 años -al alcance de recuperar el cargo de primer ministro, convirtiéndolo en términos de resistencia en el Hombre de Hierro de la política de Israel. El rey Bibi puede haber caído, pero el primer ministro Netanyahu todavía puede levantarse otra vez.

Si lo hace -si Netanyahu logra emerger de las votaciones del martes como el orgulloso propietario de un nuevo gobierno conformado por el Likud, el partido Sionista Religioso, Shas y Judaísmo Unido de la Torah -¿entonces qué? ¿Puede conducir un vehículo así? ¿Y qué tipo de viaje será?

Antes de que siquiera entre en ese auto, Netanyahu haría bien recordando una cosa: todo lo que va, vuelve.

Igual que Netanyahu y el Likud hicieron de la misión de su vida en junio del 2021 derribar el estrecho gobierno Bennett-Lapid -incluso si eso significaba votar en contra de cosas en las que creían, e incluso si significaba sacrificar lo que era bueno para el país -así, también, una oposición liderada por Lapid probablemente trate de hacer lo mismo.

Cuando una coalición tiene una mayoría de sólo uno o dos votos, la oposición huele sangre desde el principio, dándose cuenta, que, todo lo que toma es quitarle un par de parlamentarios al gobierno y toda la casa de parlamentarios se cae.

Las inevitables súplicas para dejar las recriminaciones pasadas a un lado por el bien del país caerán en oídos sordos de aquellos que no se beneficiaron del mismo tipo de trato cuando las fortunas políticas estaban al revés. Netanyahu no le dio ninguna gracia al gobierno saliente, y no debería esperar ninguna a cambio si termina con un bloque de 61 o 62 escaños después de la votación el martes.

Uno de los problemas con el sistema electoral de Israel -especialmente cuando los lados están tan igualados -es que la campaña nunca termina. El Día de la Elección puede señalar el final de una campaña, pero al día siguiente de que se juramenta a una nueva coalición señala el inicio de la siguiente.

Durante las últimas semanas, Netanyahu ha inundado las redes sociales con anuncios implorando a esos votantes del Likud que no participaron en las últimas elecciones que participen esta vez y proporcionen ese escaño extra que le permitirá cruzar el obstáculo de los 61 escaños. Pero, Netanyahu sabe bien que esto no es suficiente.

Sesenta y uno es apenas el mínimo en los 120 escaños de la Knesset. Para gobernar efectivamente, para no estar a merced de cualquiera de los tres probables socios de la coalición, necesita más parlamentarios y más partidos en la coalición.

¿Cómo les fue a los otros gobiernos de Netanyahu?

De los cinco gobiernos de Netanyahu hasta ahora, los que duraron más fueron el segundo del 2009 al 2013, y el cuarto, del 2015-2020.

Esas dos coaliciones fueron grandes, la segunda osciló en varios momentos de 74 a 90 escaños y comprendía ocho partidos, y el cuarto gobierno tenía 67 escaños y siete partidos.

En cada uno de estos gobiernos, el Likud estaba posicionado en el centro, flanqueado a la izquierda en el 2009 por los partidos Laborista y Kadima y a la derecha por Yisrael Beytenu y Bayit Yehudi. En el 2015, el Likud estaba flanqueado a la izquierda por Kulanu y a la derecha otra vez por Ysrael Beytenu y Bayit Yehudi, con la adición de Nueva Derecha.

Esa es la zona de confort de Netanyahu -estar en el centro de su propio gobierno. De esa manera, en lo que se refiere a asuntos diplomáticos, si hay presión de los estadounidenses para hacer algunas concesiones a los palestinos, puede culpar al flanco derecho del gobierno por bloquear este camino, y si la derecha lo critica por no promover el asentamiento en toda Judea y Samaria, puede culpar a la izquierda dentro de su gobierno por impedir tal movimiento.

En una coalición de cuatro partidos de derecha que podría emerger de la votación del martes, probablemente no habría ningún partido a la izquierda del Likud con el que pudiera contrarrestar las demandas de la derecha. Además, cada socio de la coalición tendría enorme influencia porque cada uno, solo, podría derrocar al gobierno.

Es revelador como en los últimos días de la campaña Netanyahu, quien negoció la alianza entre Itamar Ben Gvir y Bezalel Smotrich en agosto, pasó a la ofensiva contra su lista conjunta. En una reunión la semana pasada con periodistas ultraortodoxos, fue tan lejos como para decir que votar por los sionistas religioso era votar por Lapid.

¿Su lógica? Si aquellos en la derecha votan por Smotrich y Ben Gvir, significa que no están votando por Likud, lo que significa que el Likud caerá en escaños. Si el Likud cae, y Lapid sube, entonces podría crear una situación en la que Yesh Atid superaría al Likud como el partido más grande, y el presidente le daría la primera oportunidad para formar un gobierno.

¿Suena exagerado? Extremadamente, pero es indicativo de la preocupación que tiene Netanyahu sobre un partido Sionista Religioso mucho más grande de lo que esperaba.

Netanyahu originalmente hizo la combinación entre Ben Gvir y Smotrich para asegurarse que se postularía juntos, de modo que un partido, si se postulaban por separado, no caería por debajo del umbral electoral y se ¨desperdiciarían¨ esos votos de la derecha.

Ahora su preocupación es que el partido será demasiado grande, privándolo de su capacidad para darle ministerios claves al Likud, y complicando las relaciones de Israel con el mundo. Un partido Sionista Religioso de seis o siete escaños, puede explicar a interlocutores preocupados en el extranjero, es un caso atípico en su gobierno. Un partido Sionista Religioso de 14 escaños -casi tantos como Judaísmo Unido de la Torah y Shas combinados, los otros dos partidos de la coalición de Netanayahu – sería un eje central.

En la coalición ideal de Netanyahu, el partido Sionista Religioso en la derecha estaría balanceado por otro partido a su izquierda, como el partido Unidad Nacional de Benny Gantz. Pero las posibilidades de que Gantz, quemado por Netanyahu en el 2020 cuando él se unió a un gobierno de rotación con Netanyahu sólo para ser dejado plantado antes de que fuera su turno para asumir el cargo de primer ministro, son escasas. Prueba nuevamente que todo lo que va, vuelve.

Netanyahu podría lograr un regreso sin precedentes el martes. Ningún otro primer ministro ha regresado más de una vez después de haber sido sacado de su cargo, y esto marcaría su segundo regreso. Pero permanecer en el cargo, a menos que pueda conseguir que otro partido o que un número significativo de parlamentarios de otros partidos se unan a su bloque, será una larga y continua batalla que exigirá la resistencia y aguante del Hombre de Hierro -e incluso eso podría no ser suficiente.

 

Traducción: Comunidad Judía de Guayaquil
Fuente: The Jerusalem Post

 

 

 

 

 

 

 

 



Este sitio web únicamente utiliza cookies propias con finalidad técnica, no recaba ni cede datos de carácter personal de los usuarios sin su conocimiento. Sin embargo, contiene enlaces a sitios web de terceros con políticas de privacidad ajenas a las de Comunidad Judía de Guayaquil que usted podrá decidir si acepta o no cuando acceda a ellos.