Octubre 24 del 2022

Clara Haskil, la gran pianista judía admirada por Charles Chaplin

Pianista clásica rumana reconocida como intérprete del repertorio clásico y romántico temprano. Se destacó particularmente por sus actuaciones y grabaciones de Mozart.

Foto: Wikipedia – Dominio Público

También fue una destacada intérprete de Beethoven, Schumann y Scarlatti. Como pianista, su forma de tocar estuvo marcada por una pureza de tono y fraseo que pudo provenir de su habilidad como violinista. La transparencia y la inspiración sensible fueron otras señas de identidad de su estilo. Durante su carrera, Clara interpretó lo que se considera “el gran repertorio” para piano, desde sonatas de Mozart, Joseph Haydn y Ludwig van Beethoven a la “Iberia” de Isaac Albéniz, pasando por sonatas de Liszt y el “Concierto para piano y orquesta número 2” de Frédéric Chopin.

Nacida en Bucarest en 1895, Clara Haskil asombró desde niña cuando demostró que podía reproducir obras musicales escuchadas tan solo una vez. La pequeña Clara recibió sus primeras lecciones de piano de parte de su madre, Berthe Haskil, quien provenía de una familia de origen sefaradí.

Berthe, era hija de David Moscona y Rebecca Aladjem, parte de una familia que se remonta a la España del 1300. Después de haber huido de la Inquisición, los Moscona se instalaron primero en la Turquía otomana y luego en Bulgaria.

Su padre, Isaac Haskil, había llegado desde Besarabia y falleció en 1899, cuando Clara tenía apenas cuatro años, dejando a la familia en una complicada situación financiera.

A partir de ese momento las clases de piano e idiomas impartidas por su madre significaron un importante sustento económico.

Consciente del talento musical de Clara, Berthe decidió que se trasladara a Viena con uno de sus tíos cuando tenía sólo siete años y posteriormente a París, donde recibió lecciones de piano y de violín.

La capital francesa significó el comienzo de sus éxitos. En 1910, Haskil alcanzó el primer premio de piano en un concurso organizado por el propio conservatorio.

Luego comenzaría una vida de pianista de talento precoz deleitando a públicos de Francia, Austria, Italia y Suiza. Hasta que en 1914 estalló la Primera Guerra Mundial, falleció su madre y su tío fue detenido en un campo de refugiados.

En 1913 le habían colocado un yeso en un intento de detener la progresión de la escoliosis deformante sin mayor éxito. Las enfermedades frecuentes, combinadas con el miedo escénico extremo que apareció en 1920, le impidieron el éxito financiero. La mayor parte de su vida la pasó en la más absoluta pobreza.

Estados Unidos también se rindió ante su dominio del piano, como demuestra el éxito alcanzado en su primera gira en 1924, que la llevó al triunfo en Nueva York.

El comienzo la Segunda Guerra Mundial, que coincidió con nuevos problemas de salud, volvió a cortar su carrera. Además, el conflicto le infundió el miedo a ser capturada por su condición de judía. Gracias a sus amigos y admiradores logró obtener la documentación necesaria para ser acogida en Suiza en 1942 y escapar del Holocausto.

Tras el final del conflicto bélico, las cosas parecieron volver a encaminarse. Fue solo después de la Segunda Guerra Mundial, durante una serie de conciertos en los Países Bajos en 1949, que comenzó a ser aclamada. Clara seguía viviendo en Francia, pero Suiza se convirtió en un lugar importante para la pianista. Allí encontró un clima favorable para su salud, un ambiente amable y el inicio de la admiración del público europeo.

En 1951 se mudó a Vevey en Suiza. No mucho después de eso, el Estado francés la nombró Caballero de la Légion d’Honneur.

En Vevey, era visitada a menudo por amigos como Charles Chaplin. El genial cómico inglés había elegido esa ciudad suiza para retirarse, en 1953, y vivió allí hasta su muerte en 1977.

En ese ambiente, Haskil floreció: conoció a músicos como Igor Stravinski e incluso tocó a dos pianos con Vladimir Horowitz. También colaboró con gigantes como Pau Casals y Herbert von Karajan, con quien compartió una exitosa gira por Viena y Salzburgo bajo su batuta.

Sin embargo, Chaplin fue quizá el más famoso de sus amigos y su mayor admirador. Era habitual que la familia Chaplin visitara a la pianista en su casa de Vevey, y ella los agasajaba musicalmente. Haskil también acudía a Manoir de Ban, la residencia del actor.

Falleció en Bruselas en diciembre de 1960 a causa de las heridas recibidas en una caída en una escalera en la estación de tren de Bruselas-Sur. Debía tocar en un concierto con Arthur Grumiaux al día siguiente. Tenía 65 años.

Su estimado amigo, Charlie Chaplin, describió su talento diciendo: “En mi vida he conocido a tres genios: el profesor Einstein, Winston Churchill y Clara Haskil. No soy un músico entrenado, pero solo puedo decir que su toque fue exquisito, su expresión maravillosa y su técnica extraordinaria”.

En el 2013 una revista le preguntó al Papa Francisco por sus gustos artísticos, el jefe del Vaticano compartió una breve lista. “Entre los grandes pintores, admiro a Caravaggio: sus pinturas me hablan. Pero también Chagall, con su ‘Crucifixión blanca’”. Y, entre los músicos, “me encanta Mozart, por supuesto”, siguió el Papa, para luego precisar: “Me encanta Mozart interpretado por Clara Haskil”.

En agosto de 2017 se estrenó Clara Haskil, le mystère de l’interprète, documental de 70 minutos de Pascal Cling, Prune Jaillet y Pierre-Olivier François.

El «Concurso Internacional de Piano Clara Haskil» se celebra cada dos años en su memoria. El folleto dice: “El Concurso Clara Haskil fue fundado en 1963 para honrar y perpetuar la memoria de la incomparable pianista suiza, de origen rumano, que nació en Bucarest en 1895. Se lleva a cabo cada dos años en Vevey, Suiza, donde Clara Haskil residió desde 1942 hasta su muerte en Bruselas en 1960. Una calle de Vevey lleva su nombre. El concurso da la bienvenida a jóvenes pianistas de todo el mundo, que persiguen el ideal musical que inspiró en Clara Haskil y que siempre será ejemplar».

 

Fuente: Aurora Digital



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