El judaísmo y sus sacrificios

Desde la constitución del Estado de Israel nunca han dejado de estar presente la Shoá y sus millones de muertos, y el vínculo entre los dos acontecimientos sigue siendo indisoluble (Idith Zertal).

Joseph Trumpeldor – Foto: Wikipedia – Dominio Público

Dra. Bejla Rubin

Ser judío no es una elección, es una herencia ante todo por el hecho de que un niño nacido del vientre de una madre judía, según la Halajá, es considerado judío. Luego vendrá la tradición, la cultura, los rituales, la comida, es más, tal es esa marca de nacimiento que se sigue siendo judío, aunque no se crea en Dios, no se coma kasher, no se rece, no se haga las bendiciones ante cada comida ni se ayune en Iom Kipur.

Podríamos conjeturar que el patriarca Abraham fue un mito, pero lo que ha sido certero es el éxodo de Egipto de manos de Moisés, su reclusión en el Monte Sinai y establecer así los diez mandamientos a partir de haber oído esa voz estruendosa, con esa Alef inaugural del Anoji…, la voz de su Otro inconsciente, y a partir de ese principio se estableció y dictaminó lo que serían los estamentos legales y de convivencia de una comunidad monoteísta, dejando caer las prácticas totémicas al becerro de oro y debiendo creer en un Dios invisible, no figurativo, estruendoso e impío, única manera y forma de doblegar y hacer obedecer la ley a un pueblo con mentalidad esclava a que comience una vida regida por leyes ciudadanas, libres y responsables sin que ningún Faraón, ningún tirano, les doblegue nunca más la vida y el acto responsable donde cada uno debe asumir con respeto y agradecimiento  la vida que le ha sido dada.

Pero esta elección de vida y de creencias no le ha sido fácil al pueblo judío de llevar a cabo. Así como cada hermano envidia al hijo dilecto del padre, el pueblo “elegido” ha padecido y sigue padeciendo las injurias, maldades, mentiras de los gentiles, musulmanes, palestinos y de todo aquel que ve en cada judío una amenaza, un asesino de niños palestinos, un usurero y ladrón que desestabiliza la economía mundial, todas formas milenarias y actuales que disfrazan argumentos antisemitas.

Se los expulsó de España si no se convertían al catolicismo, y aunque se hubieron de convertir, igual se los siguió pensando y condenando cual herejes. Si se lo expulsó de su tierra natal habitada por ocho siglos, debiendo dejar sus casas, sus patrimonios, ese fue el verdadero motivo de su expulsión, el económico y no sus creencias religiosas.

Luego vendría la Shoá, que ni siquiera con el robo de sus bienes los judíos pudieron salvar sus vidas de las cámaras de gas. Ni la asimilación de la burguesía alemana al ambiente cristiano que lo rodeaba, ni el haberse bautizado al catolicismo salvaría a los judíos alemanes de las fauces barbáricas y codiciosas amén de maléficas del nazismo. El mundo los acusó de débiles y sometidos, de que no opusieron resistencias, argumento que incluso se esbozó en Israel, tema que desarrollaremos más adelante. Pero cuando el joven Estado de Israel se funda y erige y defiende sus fronteras y cuida de sus hijos, el mundo lo tilda de asesinos y que emulan un Auschwitz con “los pobres palestinos”.

Los antisemitas no pueden soportar una nación pujante, que defiende sus derechos, más bien están acostumbrados a perseguirlos en Pogroms, golpizas y discriminaciones. Y cuando hoy en día se los convoca a los israelíes a que ayuden en catástrofes, en medicina, en poner un coto al terrorismo, no lo pueden aceptar, entender y menos aún agradecer.

Hitler asesinando a “sus judíos” se propuso erradicar su cultura dado que decía contaminaba la pureza aria entonces, ha dejado hoy en día un continente devastado, colmado de terroristas y musulmanes, empobreciendo su cultura europea que sí hubo de enriquecer con su aporte de larga data las mentes judías que habitaron ese continente. Dada esa barbarie, los que han podido escapar a tiempo de ella han enriquecido con su aporte a los EEUU, Argentina, Brasil e Israel entre otros lugares.

Gershom Sholem gran sionista emigra a Israel antes de la guerra, Hannah Arendt se escapa de un campo de concentración en Francia y se establece en EEUU, lo mismo que Theodor Adorno y el gran físico Albert Einstein. El que lamentablemente no logra salir de Francia pues no se le permitió pasar a España camino a América es Walter Benjamin y éste desgraciado acontecimiento hace que se suicide en Port Bou en 1940.

La Israel moderna, no la bíblica, enaltece el heroísmo y la abnegación haciendo un culto a dejar la vida por el nuevo Estado, pensado ese acto como “una muerte bella” hecho con el que no acordamos dado que ninguna muerte es bella, sobre todo si se trata del sacrificio de sus jóvenes soldados dado que nada es más preciado que la vida, la única que tenemos, puesto que no hay más allá y no existe la resurrección de los huesos según lo establecido en la profecía de Ezequiel.

Lo que la política de Israel ha enaltecido es el heroísmo y la resistencia del levantamiento del ghetto de Varsovia en 1943, criticando la entrega sumisa de los pobres desahuciados, camino a las cámaras de gas.

Su modelo les viene de la batalla de Tel Jay con la muerte heroica de Trumpeldor en 1920, que se estableció como el paradigma de la lucha y el coraje, y que a pesar de su derrota se la lee como una victoria a emular y a ser un acto de identificación nacional, donde la derrota heroica se estableció como la forma de conquistar territorios para el nuevo Estado de Israel.

La muerte de los combatientes de los guetos es pensada como una muerte heroica amén de bella, mientras que se banalizaba la condición de los judíos de la Europa ocupada por los nazis que iban al “matadero” sin resistirse.

Ben Gurión también adhirió a estas ideas y de hecho no hubo ningún emisario de Palestina que viniera al rescate de los pobres judíos junto a sus criaturas que fueron enviadas a Auschwitz y luego aniquiladas en las cámaras de gas. No miraban a esa masacre “que los judíos de la Diáspora se encaminaban a la muerte, como a una muerte bella”, combatiente sino “como corderos al matadero”, argumento que rechazo y repudio desde lo más profundo de mi ser, dado que de lejos la escena tiene un color, pero ser parte presencial de ese infierno, indefensos, hambreados, nadie está autorizado a opinar y menos aún de criticar. De todas formas, decimos a viva voz: nunca más un Auschwitz, nunca más la banalización de ese horror que sirve de argumento a los antisemitas para decir que es una invención de los sionistas o un argumento de los judíos para cobrar indemnizaciones y victimizarse frente a la humanidad.

Lo único bello es una vida digna, en libertad, aceptando y ser aceptado en las diferencias y goces individuales, la muerte es cabal, nadie debe emularla, pues por donde se la mire jamás es bella.

Y dado que somos reconocidos como el Am Hasefer, el pueblo del libro, signo de sabiduría, inteligencia y cultura, hagamos con ello una herramienta para reconocer a nuestros enemigos y usar su maldad y su potencia destructiva como una fuerza que les vuelva en contra, que se alimenten de ella y se auto destruyan, no precisamos de jóvenes heroicos que se inmolen por su pueblo que quiere vivir en paz y en libertad, y en un Estado digno que supo recuperar de sus ancestros, de la bravura de David y que nos la concedió a esta tierra de Israel en pleno estado de derecho y de justicia. Y dado que estamos a pocos días de un nuevo aniversario de la liberación de Auschwitz, el 27 de enero de 1945, decimos, establecemos y proclamamos: Never Again!!! Mir seinen noch Da, Aún estamos y estaremos acá por los siglos de los siglos. Amén.

 



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