Una disculpa al Muro de los Lamentos

Sivan Rahav Meir

Medianoche en el Kotel, el Muro de los Lamentos. Cada noche entre Rosh Hashanah y Yom Kippur publiqué una foto nueva en Facebook que había sido tomada en el Kotel en lo alto de las plegarias de Slichot. Estas impresionantes fotografías me las enviaron guías turísticos y también visitantes comunes, y en todas ellas uno ve decenas de miles de hombres, mujeres y niños apretujados en la plaza del Kotel al máximo de su capacidad con la desbordante multitud llenando las callejuelas del Barrio Judío.

Más temprano en las noches, la gente me envió fotos de la oleada de gente aglomerándose en la Ciudad Vieja participando en recorridos de Slichot hechos a medida: para soldados beduinos; para los sordos dados en lenguajes de señas; para los niños más pequeños en las primeras horas de la noche y un recorrido accesible para sillas de ruedas organizado por Yad Sarah.

Además de mi amor por los «likes», por qué decidí postear estas fotos en mi página de Facebook? Qué mensaje nos están dando ellas? Siento que ellas reflejan tres puntos que no fueron parte de la agenda pública durante el recién finalizado año.

Los Números- Un millón de personas visitaron el Kotel desde el inicio de Elul hasta Sukkot. Ellos votaron con sus pies. Los eventos que atraen a una multitud tan grande son normalmente titulares en las noticias. Cuando los medios de comunicación así lo desean, incluso aquellos con sólo mil participantes llegan a las primeras páginas. Todo es una cuestión de la agenda. En este caso, un gran porcentaje de los ciudadanos de Israel estuvieron en atascos de tráfico, parquearon lejos y fueron a pie al Kotel, enviando un claro mensaje. Sin embargo, esto difícilmente llegó a los titulares.

La Variedad- La mayoría de los visitantes al Kotel no serían etiquetados como religiosos, de acuerdo a la definición aceptada. Den una mirada cercana a las fotos, difícilmente verán a algún ultra-ortodoxo, muy pocos con kippot tejidas y una abrumadora mayoría de hombres que llevaban puestos una cobertura especial en la cabeza por respeto a la santidad del lugar. La composición de la multitud de la sección de las mujeres es similar. Y todos elevan sus voces al unísono en la Tefilah y cantan las Slichot. Nadie comenta sobre la vestimenta inmodesta en la sección de mujeres (sólo imagínense el alboroto si algún idiota se hubiera atrevido a hacerlo). La variedad de personas que encontré en el Kotel fue asombrosa: un recorrido organizado para empleados de bancos; los trabajadores de una autoridad local; estudiantes de una academia premilitar; buses llenos de kibbutzniks y moshavniks del norte y del sur del país así como también grupos de familias que se reunieron para hacer el viaje. Todas estas personas sintieron la atracción del Kotel tirando de sus corazones judíos y vinieron para responder a la llamada.

El Kotel- Ha sido el objeto de tanta burla el año pasado y solamente llegó a los titulares en el contexto de los desacuerdos y el extremismo. Uno podría creer fácilmente que sólo sirve para dividirnos y nadie en su sano juicio querría visitarlo. Sin entrar en la actual discusión sobre las «Mujeres del Muro», la oleada de gente visitando durante Elul y Tishrei pone las cifras en perspectiva. Sin embargo, aquellos que mostraron su amor por el Kotel apretujándose hacia él no pertenecen a una organización, ellos no tienen un portavoz para publicar comunicados de prensa y nadie los entrevistó para oír su opinión sobre el lugar. Quizás los miles de personas viniendo para decir Slichot, deberían decir estar diciendo Slicha -lo siento al Kotel mismo.

 

Fuente: The Times of Israel
Traducción: Comunidad Judía de Guayaquil



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