«Los judíos de Ámsterdam»

Cuando llegamos por primera vez a Ámsterdam, un helado día de invierno, paseando por la ciudad vimos un monumento enteramente cubierto de las preciosas flores que se ven en Holanda. Luego nos enteramos que ese era el monumento a los estibadores de Ámsterdam que se habían declarado en huelga El 25 de febrero de 1941, que luego se convirtió en una huelga general en protesta contra la persecución de los judíos en Ámsterdam.. Al día siguiente, la huelga se había extendido a la Zaanstreek, Kennemerland (Haarlem y Velsen), Hilversum, Utrecht y Weesp. En Ámsterdam, los transportes públicos quedaron totalmente bloqueados y casi todos los demás servicios se declararon también en huelga. Se dejó de trabajar en los astilleros y la industria del acero en el Norte de Ámsterdam, en la compañía Hollandia Kattenburg y en un gran número de almacenes en Bijenkorf. Las grandes oficinas y tiendas de la ciudad fueron cerradas, muchos alumnos dejaron sus clases. Ese día, grandes cantidades de personas estuvieron en constante movimiento en el centro de Ámsterdam. Las emociones contenidas comenzaron a aflorar, la gente quería oponerse abiertamente a las tropas de ocupación.

Los judíos de Ámsterdam

Cuando la hija de los Reyes Católicos, Juana La Loca, se casó con Felipe el Hermoso, heredero del Sacro Imperio Germánico, ese matrimonio le permitió a Carlos II de Habsburgo, luego Carlos V de Austria, rey de España, recibir como legado, uno de los mayores Imperios que conoció la historia. Ese Imperio “Donde nunca se ponía el sol” contaba entre sus integrantes a los Países Bajos, quienes durante el reinado del rey Felipe II, habían adoptado como creencia religiosa al protestantismo calvinista rebelándose contra la dominación española y su intolerante catolicismo. En 1568 con la declaración de la independencia de los holandeses comenzó una guerra que duró ochenta años. En 1492 España había expulsado a su población judía. Muchos de los judíos emigraron a Portugal, el refugio más cercano y accesible para ellos. Sin embargo, allí terminaron padeciendo más de lo que lo habían hecho en España, con el bautismo forzado al que fueron sometidos en 1496. Más de cien años después, sus descendientes, perseguidos por la Inquisición, que deseaban vivir libremente como judíos, se dirigieron a la ciudad de Ámsterdam, liberada ya de la intolerancia religiosa de la monarquía española, estableciéndose allí, además de hacerlo en otras regiones de Europa. En esa ciudad se creó una nueva comunidad de judíos sefardíes, que creció rápidamente con características muy peculiares. Estos judíos de origen portugués y de tradición sefaradí navegaron los mares del mundo, muchos de ellos hicieron grandes fortunas y fundaron nuevas comunidades en Inglaterra, el Caribe, llegando hasta la Colonias Inglesas en el Norte de América.

Los Rodrigues, da Costa, Bueno, Núnez, Osario, vivieron allí. Cerca del lugar en que vivió Rembrandt estuvo el hogar de Manuel Lópes de Leon, de Henrico d’Azevedo y de David Abendana. Daniel Pinto vivió en la puerta de al lado. Al otro costado de la casa de Rembrandt, en el No. 6, vivía el mercader Salvador Rodrígues. Enfrente vivió su hermano, Bartolomé Rodrígues. En Breestraat No. 1, en la esquina enfrentada a la casa de Pinto, cerca del pintor Pieter Isaacszon, vivió Isaac Montalto, el hijo de Elías Montalto, quien había sido el médico de Maria de Médicis, la Reina Madre, en la corte francesa. El rico Isaac de Pinto tenía una gran casa donde vivió hasta 1651, cuando se compró otra aún más grande, por la misma zona. Cercano a él estaba Abraham Aboab. El padre de Abraham era el dueño de la casa de los hermanos Samuel y Jacob Pereira, los mismos mercaderes que le alquilaban parte del sótano de su casa a Reembrandt. También vivía por allí el mercader Bento (o Baruch) Osorio. Era uno de los más ricos residentes de la zona. Frente a él, sobre el lado de Rembrandt vivía Antonio da Costa Cortissos. In 1639, Cortissos generosamente vendió un pedazo de su jardín para que en esa vecindad fuera construida la sinagoga. Saúl Levi Mortera, un sabio rabino y antiguo secretario de Elías Montalto, vivía justo cruzando desde la casa de Daniel Pinto. Menasseh ben Israel, también rabino y posiblemente uno de los más famosos judíos europeos, y que por eso merece su espacio propio, vivía en Nieuwe Houtmarkt, sobre la isla Vlooienburg. Entre ellos, sobre la Houtgracht y a una manzana de la casa de Rembrandt vivía Miguel d’Espinoza (o de Spinoza). Su hijo, Baruch, se convirtió en uno de los filósofos más radicales y denigrados de todos los tiempos pero solamente luego de haber sido expulsado permanentemente -con gran prejuicio -de la comunidad judía de Ámsterdam por sus “herejías abominables” y sus “actitudes monstruosas.”

Toda esta gente, a excepción del rabino Mortera, eran sefaradíes. Los nombres españoles y portugueses eran muy visibles para sus vecinos pese a que vestían, peinaban y se arreglaban como holandeses, así como sus apellidos también fueron transformados en holandeses con fines comerciales. Así fue que José de los Ríos llegó a llamarse Michel van der Riveren, mientras que Luis de Mercado fue conocido como Louis van der Markt para protegerse de las persecuciones. Sus casas estaban construidas en estilo holandés, y ellos se enorgullecían de su habilidad para pasar por típicos burgueses en su nueva patria. Pero nadie se confundía, trajeron con ellos un sabor cultural diferente y extranjero a Breestraat. Vlooienburg (Bloomsburg) fue entonces, no solo el centro del mercado de artes y cosas usadas. Era también el corazón del mundo judío de Ámsterdam. Y Rembrandt se mudó justo allí, en ese centro. Cada casa inmediatamente contigua o de enfrente a la suya, estaba ocupada por un judío. Y la mayoría de las casas de esa manzana sobre ambos lados de la calle eran de judíos. Desde el frente de su casa él podía ver la ventana del Rabino Mortera; y desde el piso de arriba de su casa tenía una visión de la sinagoga de la comunidad. Él no podía charlar con los chicos de las familias judías que pasaban por su casa a la mañana, parloteando en portugués en su camino a la escuela. Los viernes temprano podía oler el aroma de las comidas ibéricas que sus vecinos preparaban para el Shabat.

*Los judíos ashkenazim llegan a Amsterdam

Los judíos ashkenazim llegaron luego, sobre todo huyendo de Polonia y de las tierras germánicas, escapando de las penurias y la miseria ocasionadas por la Guerra de los Treinta años y los terribles pogromos llevados a cabo por las hordas de Chmielnicki durante la rebelión de los cosacos en Polonia entre 1648 y 1649. Las guerras de los polacos contra los rusos y los suecos destruyeron numerosas comunidades judías en Europa Oriental. Las diferencias de condición y de clase entre ambos grupos judíos fueron muy profundas y evidentes. Los sefardíes eran gente acaudalada con un elevado nivel de educación, mundano y refinado en tanto que los ashkenazim eran extremadamente pobres, de condición marginal aun en sus comunidades de origen, pocos de ellos sabían leer y escribir algún otro idioma que fuera el idish o el hebreo.

Impedidos de unirse en gremios, los ashkenazim se dedicaron a trabajar para su sustento en tareas despreciadas por los sefaradim, el comercio minorista, la nueva manufactura del tallado de diamantes y las actividades como prestamistas. Las distinciones entre las dos ramas judaicas eran muy visibles, los sefaradíes grababan sus cubiertos y objetos ceremoniales con sus escudos de armas. Una estampa del siglo XVIII muestra a uno de sus rabinos usando un turbante.

Un rabino de Polonia tenía un sombrero de piel, muchos de sus seguidores eran muy pobres y hablaban idish.

Con el curso de los años las cosas fueron cambiando, a comienzos del siglo XVIII la comunidad portuguesa se había estancado, las condiciones económicas se habían tornado dificultosas, los problemas financieros se agudizaron y numerosas fortunas se habían esfumado con la bancarrota.

Por su parte la comunidad ashkenazi había crecido y se adaptaba mejor a las nuevas circunstancias. Ambas comunidades residían juntas en la misma ciudad y en el mismo barrio, el mismo donde en el siglo pasado Rembrandt había establecido su residencia cuando cayó en desgracia.

Pero a lo largo del siglo XVIII la situación económica continuó agravándose, en 1763 y 1772-1773 hubo crisis económicas muy graves que afectaron aún más a la comunidad. La Revolución Francesa y la proclamación de la República de Batavia en 1796 cambiaron radicalmente las cosas. En 1796, la Asamblea Nacional, libre y directamente elegida por los habitantes de las Provincias Unidas estableció que de ahí en adelante los judíos serían ciudadanos holandeses, habían logrado así su Emancipación.

Las comunidades, tanto ashkenazies como sefaradíes se habían dividido entre los sectores dominantes ricos y poderosos y otro grupo progresista también, integrado por miembros de ambas comunidades que lucharon por los derechos de los nuevos ciudadanos.

*Emancipación e integración del judaísmo holandés

Fue así que los judíos, en 1848, pasaron a formar por primera vez, parte del gobierno de la ciudad y de la Asamblea Nacional. Los judíos de Ámsterdam eran el diez por ciento de la población, no obstante ya contaban con varios representantes que pertenecían al partido liberal, el único no religioso que buscaba la emancipación para todos los sectores de la sociedad holandesa.

En principio solo los más ricos podían votar, recién en 1918 los holandeses tuvieron el sufragio universal. Cuando el heredero Guillermo I fue coronado como rey de Holanda, luego de la derrota de Napoleón, una de las primeras medidas que tomó estaba destinada a lograr la asimilación de ambas congregaciones y su total unificación.

En el siglo XIX las diferencias se desdibujaron y la influencia holandesa se hizo más visible en ambos grupos, los representantes comunitarios pueden verse en una imagen utilizando los tradicionales suecos holandeses de madera. La tradicional mesa de Pesaj que terminaba siempre con las palabras “El año que viene en Jerusalem” introdujo un nuevo término relacionado con el sionismo. El movimiento para la creación de un Hogar Nacional Judío se desarrolló desde sus inicios en Holanda a través de los esfuerzos de los socialistas e intelectuales no religiosos.

*Los Judíos de Ámsterdam y su vida cotidiana

Hacia fines del siglo XIX los primeros judíos se instalaron en un nuevo vecindario de Ámsterdam. En 1886 estos judíos crearon la sociedad “Hulpe Israëls” (la ayuda de Israel) en 1892 esta sociedad creó su propia sinagoga en Gerard Dou 238.Hasta la Segunda Guerra Mundial la Sinagoga de Gerard Dou creció. Era conocida como el lugar donde intelectuales y rabinos rezaban junto a los trabajadores.

En Rosh Hashaná de 1943 la sinagoga brindó su último servicio de los años de guerra. Escondida entre dos casas en la angosta calle de Gerar Dou la sinagoga permaneció oculta a los ojos de los nazis, el edificio sobrevivió a la guerra. El primer servicio en Holanda después de que la Segunda Guerra Mundial fue llevado a cabo en la sinagoga de la calle de Gerard Dou en la segunda mañana de Shabbat después del 5 de mayo de 1945. En ese tiempo fue la única sinagoga ashkenazi que puedo ser usada en Ámsterdam.

La exposición en el Museo Judío de Ámsterdam exhibe colecciones de postales, de fotos, retratos, gráficos e impresos que ofrecen una cabal imagen de la diversidad. Las tarjetas postales muestran un barrio de la Ámsterdam judía, también exhiben las sinagogas de las ciudades y pueblos de toda Holanda. Los retratos (en vidrios oscuros) estaban hechos por el Estudio de Jacob Merkelbach, donde las celebridades holandesas y los ciudadanos influyentes se habían hecho retratar.

La colección de los objetos históricos contiene numerosos objetos de la vida cotidiana. A comienzos del siglo XVIII, Ámsterdam tenía virtualmente el monopolio de la industria del diamante en el Norte de Europa. Los comerciantes de diamantes en Amberes y de otros lugares venían a reclutar a los cortadores y los pulidores de la comunidad judía de Ámsterdam que era sinónimo de habilidad y especialización en esas tareas. La industria judía del diamante floreció a través de todo el siglo XIX, llegando a ser una de las principales industrias de Ámsterdam, se lo llamó el “Período del Cabo”. A fines del Siglo XIX el tradicional barrio judío de Ámsterdam estaba formado por la unión de las dos antiguas comunidades, eran casi todos pobres y estaban totalmente integrados a la sociedad holandesa desde la conservación de su identidad judía. A mediados del Siglo XX se abatió sobra esta comunidad el drama de la Shoá. De la vieja Mokum como la llamaban a la ciudad judía más poblada de Europa Occidental y sus judíos ha quedado muy poco, entre ellos el renovado y actualizado Teatro Tuschinski un enorme palacio cine Art Deco. Al caminar en la zona del mercado de las flores, es posible ver las dos torres Tuschinsk que elevan por encima de otros edificios. Construido por el inmigrante de Polonia, Abraham Icek Tuschinski, el cine se abrió en 1921 y se mantiene hasta hoy con su interior Art Decó, como uno de los edificios más preciados en Ámsterdam. Tuschinski ha sido completamente modernizado y es hoy una de las salas de cine de liberación de la ciudad.

Abraham Icek Tuschinski había nacido en 1898. La leyenda dice que era sólo un pobre sastre judío autodidacta que tenía como objetivo irse a América. El cine era una nueva moda entonces y Tuschinski en un corto período de tiempo logró abrir cuatro salas de cine en Rotterdam. En 1917, Tuschinski se mudó con sus cuñados, Gerschtanowitz y Ehrlich a Ámsterdam, y un año después iniciaron la construcción del gran cine en Ámsterdam con el costo de 4 millones de florines, para el uso y disfrute – de acuerdo con sus propias palabras – de las mejores personas, para eso había que hacerlo con las mejores ideas y mejores materiales que se podían conseguir.

Como tantos millones de judíos europeos la suerte no lo acompañó, su recompense fue ser llevado al Campo de Concentración de Westerbork noreste de Holanda y de allí a Auschwitz, donde fue asesinado por los nazis.

 

Fuente: Diario Iton Gadol



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